HACE 77 AÑOS SE CONSTRUYÓ EL INSTITUTO PROINFANCIA,
HOY HOSPITALITO DE VERITAS
La joya arquitectónica de los niños marabinos
Es una de las obras de León Hoet.
Se hizo gracias al aporte de instituciones benéficas que lo integraron.
Otra razón de fiesta se agregó en diciembre 1930 al ambiente de guiso de hallacas y gaitas de Navidad en Veritas. El presidente del Zulia, Vicencio Pérez Soto, decidió hacer en ese barrio, un gran instituto protector de los niños: El Proinfancia.
Recién comenzaba la alegría en el país de saberse rico en petróleo y a ello se sumó la conmemoración del primer centenario de muerte de Simón Bolívar, promovida por el entonces presidente dictatorial Juan Vicente Gómez.
Así se animó Soto a declarar la ejecución de varias obras públicas de importancia además del Proinfancia: la reconstrucción del Teatro Baralt, la construcción del Instituto Profiláctico Antivenéreo, la Fundación de la Escuela de Perforadores.
La intención de hacer un instituto Proinfancia, recuerda Orlando Arrieta, médico e historiador marabino, era reunir todas las instituciones que beneficiaban a la infancia en aquella época: “En 1883 la Sociedad de Beneficiencia que funcionaba en el hoy hospital Urquinaona fundó en sus espacios un orfelinato y en 1895 otro servicio llamado la Casa Cuna, donde cuidaban hijos de madres trabajadoras”.
A ellos se agregó en 1919 el Hospital y Clínica de Niños Pobres en la antigua sede de la Escuela Pública para Varones, ubicada en el barrio Santa Lucía, según cuenta el médico Germán Cardozo Torres en su libro Historia del Hospital de Niños de Maracaibo (editado en 1975).
Cardozo agrega que tal instituto era apoyado por el buen corazón de un marabino nacido en Holanda, Sager Theodorus Duwaer, empleado de la Casa Boulton, quien pagaba gastos de medicinas y alimentación de los niños y fundó el programa La Gota de Leche, colocándose en la puerta para regalar a las madres dos bolívares y un pote de leche. En su testamento (1922) dona una casa al Hospital y Clínica de Niños, en la calle Carabobo y allí se institucionaliza la Gota de Leche. Por eso, al crearse el instituto Proinfancia, en el centro del edificio se le hace a Duwaer un busto.
El Instituto Josefino, que era otro orfelinato para niñas huérfanas fundado en marzo de 1916 por la señorita Fredeswinda Cabrera y luego administrado por las hermanas de Lourdes.
Todas esas instituciones fueron centralizadas por Soto, mediante un decreto que decía en su artículo cinco: “Por cuanto los institutos benéficos de la infancia en Maracaibo funcionan separadamente y ocasionan así mayores gastos, se dispone: de acuerdo con lo tratado con sus respectivas juntas de administración fundirlos en un solo establecimiento que se llamará “Protección a la Infancia” y funcionará en un edificio que se construirá en el terreno de la Plaza Miranda”.
El terreno que Soto destinó a la institución, precisa Leszek Zawisza en su libro León Achiel Jerome Hoet, ingeniero de la vieja Maracaibo (editado en 1987) estaba ubicado en la periferia de lo que hasta entonces era el casco urbano, entre la casa de Urdaneta y la cañada Nueva, una parcela de 7. 500 metros cuadrados.
La parcela fue bordeada por la calle Vargas al este y la Páez al oeste. Por ésta última pasaba la ruta del tranvía de Veritas, cuyo rugir era escuchado por los presos que trabajaban como obreros en la construcción iniciada en 1931, bajo la dirección del ingeniero José Gilberto Belloso, porque León Hoet, el ingeniero belga que diseñó el proyecto, se encontraba supervisando al mismo tiempo la reconstrucción del Teatro Baralt, del que también fue el proyectista.
Varias contribuciones financieras —precisa Sawisza— hicieron posible el instituto Pro Infancia: 122 mil bolívares aportó la Clínica, 84 mil la Gota de Leche, 60 mil el instituto Josefino, 20 mil la Junta de Progreso de Maracaibo, más otras sumas del Ejecutivo del Zulia, del Club de Venezuela y tres clubes de béisbol que efectuaron juegos deportivos en favor de la institución de la niñez.
El primero de septiembre de 1932 empezó a funcionar el instituto Proinfancia, para el entonces era el “mejor edificio que del país en favor de la niñez”, en palabras del doctor Pastor Oropez, para el entonces Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.
Una realidad muy distinta es la que vive en la actualidad el hoy “Hospitalito de Veritas” cuyos trabajadores y las comunidades aledañas luchan porque no sea cerrado.
El Proinfancia fue la institución predilecta de la ciudad, gozaba de gran protección oficial y popular, que más allá de su valor económico y patrimonial, debe ser apreciada como un ícono de la solidaridad y humanismo del marabino.
Es una de las obras de León Hoet.
Se hizo gracias al aporte de instituciones benéficas que lo integraron.
Otra razón de fiesta se agregó en diciembre 1930 al ambiente de guiso de hallacas y gaitas de Navidad en Veritas. El presidente del Zulia, Vicencio Pérez Soto, decidió hacer en ese barrio, un gran instituto protector de los niños: El Proinfancia.
Recién comenzaba la alegría en el país de saberse rico en petróleo y a ello se sumó la conmemoración del primer centenario de muerte de Simón Bolívar, promovida por el entonces presidente dictatorial Juan Vicente Gómez.
Así se animó Soto a declarar la ejecución de varias obras públicas de importancia además del Proinfancia: la reconstrucción del Teatro Baralt, la construcción del Instituto Profiláctico Antivenéreo, la Fundación de la Escuela de Perforadores.
La intención de hacer un instituto Proinfancia, recuerda Orlando Arrieta, médico e historiador marabino, era reunir todas las instituciones que beneficiaban a la infancia en aquella época: “En 1883 la Sociedad de Beneficiencia que funcionaba en el hoy hospital Urquinaona fundó en sus espacios un orfelinato y en 1895 otro servicio llamado la Casa Cuna, donde cuidaban hijos de madres trabajadoras”.
A ellos se agregó en 1919 el Hospital y Clínica de Niños Pobres en la antigua sede de la Escuela Pública para Varones, ubicada en el barrio Santa Lucía, según cuenta el médico Germán Cardozo Torres en su libro Historia del Hospital de Niños de Maracaibo (editado en 1975).
Cardozo agrega que tal instituto era apoyado por el buen corazón de un marabino nacido en Holanda, Sager Theodorus Duwaer, empleado de la Casa Boulton, quien pagaba gastos de medicinas y alimentación de los niños y fundó el programa La Gota de Leche, colocándose en la puerta para regalar a las madres dos bolívares y un pote de leche. En su testamento (1922) dona una casa al Hospital y Clínica de Niños, en la calle Carabobo y allí se institucionaliza la Gota de Leche. Por eso, al crearse el instituto Proinfancia, en el centro del edificio se le hace a Duwaer un busto.
El Instituto Josefino, que era otro orfelinato para niñas huérfanas fundado en marzo de 1916 por la señorita Fredeswinda Cabrera y luego administrado por las hermanas de Lourdes.
Todas esas instituciones fueron centralizadas por Soto, mediante un decreto que decía en su artículo cinco: “Por cuanto los institutos benéficos de la infancia en Maracaibo funcionan separadamente y ocasionan así mayores gastos, se dispone: de acuerdo con lo tratado con sus respectivas juntas de administración fundirlos en un solo establecimiento que se llamará “Protección a la Infancia” y funcionará en un edificio que se construirá en el terreno de la Plaza Miranda”.
El terreno que Soto destinó a la institución, precisa Leszek Zawisza en su libro León Achiel Jerome Hoet, ingeniero de la vieja Maracaibo (editado en 1987) estaba ubicado en la periferia de lo que hasta entonces era el casco urbano, entre la casa de Urdaneta y la cañada Nueva, una parcela de 7. 500 metros cuadrados.
La parcela fue bordeada por la calle Vargas al este y la Páez al oeste. Por ésta última pasaba la ruta del tranvía de Veritas, cuyo rugir era escuchado por los presos que trabajaban como obreros en la construcción iniciada en 1931, bajo la dirección del ingeniero José Gilberto Belloso, porque León Hoet, el ingeniero belga que diseñó el proyecto, se encontraba supervisando al mismo tiempo la reconstrucción del Teatro Baralt, del que también fue el proyectista.
Varias contribuciones financieras —precisa Sawisza— hicieron posible el instituto Pro Infancia: 122 mil bolívares aportó la Clínica, 84 mil la Gota de Leche, 60 mil el instituto Josefino, 20 mil la Junta de Progreso de Maracaibo, más otras sumas del Ejecutivo del Zulia, del Club de Venezuela y tres clubes de béisbol que efectuaron juegos deportivos en favor de la institución de la niñez.
El primero de septiembre de 1932 empezó a funcionar el instituto Proinfancia, para el entonces era el “mejor edificio que del país en favor de la niñez”, en palabras del doctor Pastor Oropez, para el entonces Ministerio de Sanidad y Asistencia Social.
Una realidad muy distinta es la que vive en la actualidad el hoy “Hospitalito de Veritas” cuyos trabajadores y las comunidades aledañas luchan porque no sea cerrado.
El Proinfancia fue la institución predilecta de la ciudad, gozaba de gran protección oficial y popular, que más allá de su valor económico y patrimonial, debe ser apreciada como un ícono de la solidaridad y humanismo del marabino.
Tomado de Panorama. Del dia 30-08-2009